Cuando vamos al supermercado y llegamos a la sección de cafés seleccionamos una marca por tradición o precio, pues es un producto del cual sólo necesitamos algo tan sencillo como la chispa de energía que nos activa en la mañana. Y todas las marcas cumplen con este requisito, ser el principal insumo de una bebida oscura, por lo general caliente, cargada de cafeína, sustancia mágica que dispersa el sueño e invoca la inspiración.

No obstante, hoy nuestra conciencia nos debe llevar a pedirle mucho más a esa bebida oscura. Si, así como lo lee, debemos pedirle más que energía, debemos exigirle exquisito sabor, suave aroma, cuerpo limpio y consistente, equidad y sostenibilidad.  Y estas no son cualidades sonoras, ni requisitos de moda, son las características de aquellas bebidas preparadas con granos frescos de café, procesados cuidadosamente por manos laboriosas que desde la siembra de la plántula hasta el beneficio de la semilla, en su punto óptimo de maduración, han puesto su corazón.

Los caficultores de corazón, producen el mejor café del mundo, pues son quienes perfeccionan los procesos llegando a los detalles que hacen la diferencia. Estos son nuestros caficultores colombianos, que madrugan con los primeros rallos del sol a desmalezar a mano las plantas de café que conviven con un sin número de especies en los micro climas de las montañas del Sumapaz. Si, a mano, algo costoso, pero es la técnica que conocen, la manera no invasiva, la que respeta el equilibrio de la flora de la región.

cafeteros colombianos

Nuestros caficultores colombianos del Sumapaz preparan por meses los nutrientes para sus cafetales, compostan insumos de la región como estiércol de los animales que crían en sus fincas, restos orgánicos de las limpias de los cultivos, sobrantes de las huertas, cascaras del beneficio del café y demás desechos orgánicos que con la ayuda de micro organismos benéficos, lombrices y demás micro fauna regional, convierten esta mezcla en el más completo abono.

Estos mismos caficultores colombianos, son quienes seleccionan y recogen cada 15 días, durante todo el año, solo los granos maduros que sus cafetos producen. Sí, sólo los maduros en un dedicado proceso de recolección a mano, esto es lo que hace que una taza de café tenga un sabor dulce y suave, nunca amargo, a fruta, no a cereal y menos a tierra.

Así que el suave café de Colombia es también el resultado de un proceso de beneficio que requiere experiencia y dedicación, mediante el cual se pela suavemente la semilla de café con una suave presión y mediante un proceso de fermentación se desprende el mucílago, fijando a su vez las más dulces notas frutales en cada grano, sabores y sensaciones que se van a percibir en las tazas del suave Café de Colombia, tazas preparadas con este maravilloso insumo artesanal.

Sin embargo, por las exigencias del mercado algunos productores en el mundo optan por remplazar un proceso artesanal integral y sostenible, por procesos sistematizados que remplazan las manos y los corazones por máquinas y los abonos orgánicos que regeneran la tierra por productos de síntesis química que la deterioran. Así, se termina produciendo granos de café a más bajo precio y calidad, se pasa de tomar bebidas deliciosas que consienten el alma a energizantes que lubrican los engranajes de una rutina sin sentido.

Entonces de ti depende, cada vez que llegas a la góndola del supermercado y tomas una bolsa de café decides apoyar alguna de las dos propuestas que te ofrece el mercado. Propuestas enmascaradas con colores y sonidos característicos de marcas que pautan en tu conciencia. Sé un consumidor responsable, investiga, ve más allá, tus centavos hacen la diferencia, tus centavos promueven o desincentivan el trabajo honesto y sostenible en los campos, los cultivos integrales, la restauración de suelos, la protección y conservación de bosques y selvas. Tus centavos pueden estar patrocinando los sueños de monopolio de algunas firmas transaccionales o los sueños de vida de familias campesinas que le siguen apostando al campo a pesar de las dificultades.

Existen agentes certificadores que por medio de sus abales diferencian estos proceso, es el caso USDA organic, RainForest, JasEco Cert. Sin embargo, estos sellos facilitan la tarea, pero no son la única opción, este es un tema que se debe revisar con detenimiento, pues los procesos de certificación requieren recursos que no todos los productores tienen la facilidad de conseguir. Hay que busca con seriedad y responsabilidad, Internet ofrece reseñas, puedes contactarte directamente con el productor, buscar mercados campesinos, de ser posible visitarlos, cerciorarse, abalar sus procesos. Apoye a quienes viven de transformar semillas en alimentos y vida. Y más aún quienes lo hacen respetando y restaurando los nacederos, ríos, arboles, fauna y flora de cada región.

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